MEDITACIÓN MINDFULNESS

Hoy me gustaría escribir acerca de la meditación mindfulness per se, porque con frecuencia la confundimos con otras meditaciones que vamos practicando a lo largo de un curso de mindfulnes

s. Por supuesto que todas son importantísimas y más que obligadas (espero que la palabra no tenga una resonancia autoritaria) en nuestra práctica, sobre todo las que nos proporcionan calma mental y concentración.


Cuando practicamos la meditación mindfulness lo que hacemos es fluir con lo que sea que ocurra en ese momento. Vamos a donde sea que nos dirija la experiencia, de alguna manera nos abandonamos, nos rendimos al momento presente.


A menudo la gente me cuenta momentos felices del pasado y sus esperanzas o miedos de lo que pueda ocurrirles mañana. Así inmersos como estamos en el pasado y futuro, es muy probable que descuidemos lo que ocurre en este momento y simplemente nos encontremos atrapadas en la ansiedad o el abatimiento. Nos olvidamos de nuestra respiración, vivimos desconectados de nuestros cuerpos, de las sensaciones del aquí y el ahora. La meditación mindfulness se trata precisamente de esto, de no olvidar nuestro propósito que es habitar en el presente y de ser conscientes de ello.


Con la meditación mindfulness empezamos usando un ancla - normalmente la atención a la respiración en una zona del cuerpo o a todo el recorrido, pero pueden ser los sonidos, la llama de una vela...- que nos permite volver a ella cuando la mente empieza a divagar en el pasado o el futuro, cuando se nos descontrola con alguna emoción o con pensamientos, o aparecen sensaciones que nos abruman.



Nuestro propósito es ser consciente de (saber) lo que está pasando y cambiando, justo mientras está pasando y cambiando. Por ejemplo, somos consciente de una molestia en la rodilla, sabemos que sentimos esa molestia; conscientes de, y no inmersos en, la súbita aparición de sentimientos de preocupación; notamos los pensamientos que surgen; casi de seguido oímos el canto de un pájaro y sabemos que estamos oyendo esos sonidos; sentimos el movimiento del abdomen con la respiración etc etc. Estamos presentes con lo que ocurre sin que nos atrape, sin vernos sumergidos en ello. Observamos, soltamos, vemos el fluir de acontecimientos mentales y su desaparición. Por supuesto que muy a menudo nuestra mente se queda enredada con alguna emoción, abrumada con pensamientos descontrolados, o nos dejamos llevar por alguna sensación agradable, y es entonces justo al darnos cuenta, que regresamos a nuestra ancla, a la respiración. "La meditación mindfulness es una danza entre concentración y mindfulness" como dijo - no me atrevo a asegurarlo - Tara Brach. Entrar en la consciencia de todo lo que (nos) ocurre y volver a la respiración cuando nos perdemos....y empezar de nuevo.


Así que iniciamos la meditación mindfulness preparando la mente para esta consciencia de campo abierto. Nos centramos en llevar el foco de la atención a la respiración (o lo que prefieras) y desde esta mente en calma vamos a ir observando toda la experiencia, observando la impermanencia de todos los fenómenos.


Para observar todo lo que ocurre es crucial estar abierta a recibir y a comprender; a aceptar y a interesarnos por nuestras ansiedades, nuestro sufrimiento, los miedos y conflictos que experimentamos. Y es ahí dónde podemos practicar esta meditación mindfulness con una mirada analítica. Queremos observar nuestros patrones internos, porque a veces comprendernos es importante. A veces, no siempre, también hay que soltar, dejar ir, liberarse de esa necesidad de comprender porque puede llevarnos a una experiencia de asombro, aceptación y reverencia hacia el misterio que es vivir. Aunque otras veces es importante poder entendernos. Pon por caso que observas repetidamente unos pensamientos criticándote tu conducta, lo mal que haces la meditación, tu poco compromiso; experimentas a menudo sentimientos de culpa y reproche. Poco a poco vas reconociendo este patrón de falta de empatía y compasión contigo misma. No voy a entrar ahora a la raíz de este patrón (tal vez producto de un apego inseguro) pero sí que la observación y la aceptación del mismo va a permitirte cambiarlo. Vamos aprendiendo a sostenernos y a consolarnos y sólo a través de la compasión nos podemos recuperar de la angustia.


Nos ofrecemos la libertad de abrirnos a nuestras limitaciones y restricciones y explorarlas en la raíz de nuestro sufrimiento. Nuestro sufrimiento tiene un objetivo: cuando se transforma da lugar a una mayor y más profunda compasión.


Dejamos de vivenciarnos como víctimas de circunstancias que no hemos creado. A través de los métodos de la psicoterapia y de la meditación mindfulness nos encontramos con el modelo de nuestro mundo subjetivo; la esencia de nuestros significados y percepciones. De forma gradual empezamos a ver que cambiando nuestras percepciones subjetivas, lo percibido cambia también.

CADA MOMENTO 'MINDFUL' CAMBIA LA EXPERIENCIA DE ESE MOMENTO


Permitir que la experiencia que sea, aparezca. Aceptar cualquier dolor sin reaccionar; sin juicio o deseo de evitarlo pero con compasión, claridad y apertura.

Que el dolor no provoque evitación ni rechazo y ser capaz de responder sin apego ante cualquier placer no se consigue en todos y cada uno de los momentos, es un proceso, como lo es la psicoterapia y la meditación.



Las grandes semejanzas entre el psicoanálisis y el budismo quizás se den en este concepto de atención/consciencia. Tanto la teoría psicoanalítica como la práctica de mindfulness examinan lo que significa ser uno mismo. Ninguna de ellas es un pasatiempo intelectual, al contrario, ambas precisan de una dedicación importante, con la convicción de que...

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